Madre sostenible

Hacía mucho, mucho que no escribía. Se entiende la dejadez, teniendo en cuenta que he estado ocupada estos últimos meses haciéndome con los entresijos de la maternidad. Y tiene muchos.

En fin, que hay muchas cosas que contar que darían para mucho, pero hoy voy a quedarme con el tema de la sostenibilidad.

Ya desde antes de que naciera Julia me preocupaba el tema de los pañales. Los pañales más usados y los más fáciles de encontrar son los desechables, pero me da como nosequé cada vez que tiro a la basura. Es algo parecido a las compresas: igual no te molesta hasta que te pones a pensar, pero una vez que tienes el tema en la cabeza, no te deja descansar. Con las compresas fue fácil: me compré una copa menstrual. En el momento tampoco encontraba muchísima información al respecto, pero siempre hay algo, y después de una labor de investigación que puede ser más o menos corta, me cambié y estoy encantada. ¿Por qué no hacer algo parecido con los pañales?

En el caso de los pañales, la alternativa a los desechables está clara: pañales de tela. No es difícil encontrar información sobre ellos, se ve que es un tema popular ahora, así que la parte de investigación fue bien. Y es que hay que informarse, porque hay pañales de tela de todo tipo: ya preparados con el relleno, de los que llevan un bolsillo en los que se mete el relleno, de los que el relleno está en contacto directo con el culito del bebé, de los que van en dos partes... Y luego hay también tipos diferentes de relleno, por si no tenías bastante: algodón, microfibra y bambú. Bueno, que primero había que informarse de todo en dos idiomas. Check.

Luego, elegir. En mi caso, he escogido pañales que valen desde los 5 hasta los 12kg de niño. También los hay para recién nacido, pero como es una inversión significativa, y Julia iba a estar más tiempo entre los 5 y 12 kg, que entre los 3 y los 5, me decidí por comprar los de talla única, aunque todavía tenga que esperar un pelín para usarlos. Por ahora he escogido unos de marca baratilla, más los que me está mandando mi madre, que parecen similares. Luego, si me convencen, compraré alguno de los pijos, que este culito se merece lo mejor.

El último paso será probarlos: ver si cala, si no, cómo se ponen y cómo se lavan de bien. Y cómo se secan, que puede que sea un punto crítico en Alemania.

Pero no nos hemos quedado ahí. Una vez que las empiezas a usar, las toallitas húmedas también te hacen sentir como sucio. Así que estamos limpiándole el culo con un cubito con agua caliente y una esponja. Lo del agua caliente es un inventaco, porque notar el fresquito de las toallitas no le gustaba nada a la nena.

Y yo me sentía muy sostenible y muy hippie,y mira que esas cosas sólo las uso en casa. Cuando estoy fuera agradezco tener pañales y toallitas desechables. Pues la gente no se queda ahí. Hay quien,se lleva el kit de pañales de tela para salir, e incluso sustituye las toallitas por trapos impregnados de una solución de aceite y agua y se lleva estos trapos y la solución es espray adonde vayan. Mi hipismo y mi sostenibilidad no llegan a tanto, pero bueno, yo me siento bien con el par de cositas que hacemos.

Bueno, en próximas entregas más, que seguro que se pueden hacer mil cosas para contribuir a reducir residuos.


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