Tarde de domingo
Parece que a nadie le gustan los domingos por la tarde. Por lo menos un par de canciones se me vienen a la mente con este tema, así que imagino que será algo más o menos extendido, este malestar que produce el saber que el fin de semana llega a su fin y que , igual no ha sido tan productivo como uno quiere. Digo productivo, porque es lo que siento que debería haber sido este fin de semana para mí, pero léase también "relajado", "de desfase"... a gusto del consumidor, que estamos en una edad en la que lo mismo te da por una cosa, que por la contraria.
Para mí no ha estado mal. Hemos podido estar en casa, refugiados del tiempo, y ahora conseguiremos vencer la fuerza de atracción que el sofá ejerce sobre nosotros para, irónicamente, disfrutar del sol y las altas temperaturas, que hoy parece verano otra vez.
He podido hacerme unas gafas, limpiar, hablar con mi madre, desayunar largo y tendido, leer... ¡hasta he actualizado el currículum! Y todo con el buen sabor de boca de haber tenido una semana muy entretenida, con visita desde Granada incluída. Ahora intentamos arreglar el aislamiento de ayer, quedando con más gente de la que podemos abarcar, pero bueno, es domingo por la tarde, hay que hacer que el fin de semana cuente. ¡Y los burritos están tan buenos...!
Y, por encima de todo eso: me he apuntado al curso de alemán. Llevaba tiempo dándole vueltas, y al final me alegro de haberlo hecho. Sé que no es lo mismo ni de lejos, pero veo a Antonio aprendiendo tanto y tan concentrado con su curso de la UNED, que me da envidia y quiero aprender algo yo también. Y me hace falta un poco de base para que todo este alemán que farfulleo suene más a Goethe y menos a "Bauer sucht Frau".
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