Balance de la primera semana

Hace poco más de una semana, todo era más o menos normal todavía. Podíamos llevar a Julia a la guardería, yo me quedaba en casa con Samuel, buscaba trabajo y planeaba entrevistas. Soñaba con un futuro en el que todo encajara: nuestro nuevo piso en una cooperativa, mi nuevo trabajo lanzando cohetes y guardería y colegios punteros para los pequeños. Todo en menos de tres años. La espera se iba a hacer dura, pero amena, con los preparativos y la ilusión de varios proyectos nuevos.

Y ahora, ya no sé. De repente, nos vemos casi encerrados en casa, tomando mil precauciones cuando nos vemos obligados a salir, intentando mantener a los niños alejados del resto de los mortales y renunciando a cualquier tipo de relación social durante meses. No recuerdo un escenario así en todo el tiempo que he vivido, y ya no soy una jovenzuela. Intento explicárselo a Julia de forma clara y sin imbuírle el miedo que veo cada vez más arraigado a una parte de la sociedad. Hasta ahora, ella sabe que no hay guarderías, ni colegios, porque ha aparecido un virus nuevo. Que no es extremadamente peligroso, pero sí muy contagioso y que nuestro cuerpo no lo conoce, por lo que no estamos inmunizados. Que se va a contagiar mucha gente y que puede que los hospitales no den a basto en algún momento, y que, para evitar eso, tomamos estas medidas tan extremas ahora. 

Si las medidas son necesarias, si están justificadas y si el peligro de colapso es tal, no puedo entrar a valorarlo, porque no tengo ni idea del tema. Me preocupa la reacción de algunos conocidos en España, ansiosos por echar la culpa a alguien de todo esto. Entiendo que forzar a la gente a no salir de casa es una barbaridad. No como algo que esté mal, me refiero a algo sin precedentes, que no puedes saber cómo va a salir, si la gente lo va a respetar, si las consecuencias de un encierro tan largo vamos a saber manejarlas como sociedad... Pero es lo que hay, es la vía por la que se han decidido los primeros países que han lidiado con esto de forma "exitosa" y es la que seguimos. No questions asked. También entiendo que una medida así solamente se hace respetar apelando a la solidaridad o al miedo. Mucha gente ha reaccionado con la llamada solidaria y ahora empieza un poco una campaña del miedo para mover (o lo contrario de mover, quedarse en casa) a la gente que no quería colaborar de la otra forma. Pero esto viene un poco después del inicio del encierro, mucha gente ya se sube por las paredes y necesita buscar ocupación (aquí estoy, escribiendo esto) o explicación. Veo que muchos amigos se han aferrado al miedo, no solo como respuesta sino como forma de vida estos días. Consumen y comparten contenido destinado a asustar, usan el mismo lenguaje de los titulares y, en definitiva, se convierten en un brazo más de la maquinaria del terror. La maquinaria solidaria funciona igual, pero de esa me quejo menos.

Me gustaría analizar cómo ha sido esta semana para nosotros y cómo quiero afrontar el resto de la cuarentena. Yo estaba muy tranquila al principio. Me imaginaba un encierro semi-agradable en casa, con más presencia de Antonio y teniendo la oportunidad de dar algunos paseos con los niños (aquí ahora mismo, se puede salir a la calle en compañía de la gente con la que vivas y manteniendo las distancias con el resto). En seguida me di cuenta de que no iba a ser un periodo tan relajado y me volqué en buscar actividades para hacer con mis retoños, horarios o rutinas que nos ayudaran en estos días. Luego me vi incumpliendo esas rutinas que yo misma me había impuesto por estar todo el día pegada a la tele, radio o móvil, sedienta de información y de actualizaciones constantes. Intenté sustituir esa ansia de información por conversaciones, así que pasé a estar más pendiente de grupos de whatsapp, para intentar evadirme, pero no funciona, porque allí también se habla de lo mismo y se comparte la misma información que me había limitado yo misma un poco antes. Ahora estoy en una fase más de preocuparme por mí y por los que viven conmigo. Intento pensar en qué comemos o qué podemos hacer que se salga un poco de la norma, para que todos tengamos algo bonito que llevarnos a la cama. Hago deporte e intento leer cosas que me motiven, sin que tenga que ver con la pandemia actual. También reduzco al mínimo lo de pensar en el futuro, aunque me cueste, por mi situación actual (yo tenía que volver al trabajo en dos semanas, y aquí estamos, buscando proyecto via Skype) y me centro en las cosas que conseguimos.
Por ejemplo, ayer enseñamos a Julia a montar en bici. Mi teoría es que no le enseñamos nada y que ella sabía montar en bici todo este tiempo, pero con todo y con eso, es un logro. Ya le he dicho, que casi todo el mundo recuerda cuándo aprendió a montar en bici y ella podrá decir que fue durante la cuarentena mundial por el covid19. Es un momento histórico, lo veamos como lo veamos. Y hay muchas cosas que podemos sacar de esto. A ver si son las buenas :)

Comentarios

Entradas populares