El trabajo en los tiempos del corona

Por circunstancias de la vida (que se llaman Samuel, son más bonitas que el sol y tienen 7 meses) me encuentro otra vez a la búsqueda de trabajo. Miento un poco, mis circunstancias no son solamente Samuel, también son una consultora con pocos escrúpulos y un ración no despreciable de mala suerte. En fin, que yo, que tenía un trabajo que me encantaba hace poco más de un año, que tenía compañeros muy majos y un jefe que intentaba que me quedara en la empresa de interna, ahora me encuentro en la nada, con una consultora que me presiona por entrar a proyectos que no me gustan o que igual ni son viables para mí. Por suerte, tengo un marido que está dispuesto a coger el testigo y quedarse en casa con el pequeño hasta que nos lo acepten en una guardería, que eso hace las cosas bastante más fáciles.

Intento poner los hechos y pensamientos en orden cronológico, que es el que más domino. Cuando faltaban más de 3 meses para incorporarme al trabajo, contacté con mi consultora y les transmití mi voluntad de colaborar y ponerme a su disposición para hacer las entrevistas que hicieran falta, a fin de hacer más fácil el encontrar un proyecto. También pensando en esto decidí volver a jornada completa, porque pensaba que si no, les costaría más encontrar algo o que igual ya no había tanto margen para encontrar algo que me motivara. Fue fallo mío hacer de un problema de ellos, el mío, pero bueno, aquí estamos. Solamente puse un pero: no quería que me mandaran a la empresa de defensa con la que trabajan, que hacen casi exclusivamente tanques. Parece que lo entendieron y se pudieron manos a la obra.

Primero nos sale una entrevista con un proveedor de BMW. Informándome sobre la empresa, me chirría que un proveedor no tan importante busque trabajadores externos, pero resulta que han recibido un encargo que les queda un poco grande y ahora que se han dado cuenta, intentan completar el equipo con externos, internos y todo lo que encuentren. Si hiciera una lista con cosas que me han parecido positivas y negativas del proceso entre esta empresa y mi consultora, ganarían de calle las negativas. Hagámostlo.
Plus Punkte:
- El proyecto molaba. Era algo relativamente nuevo, pero basado en cosas que ya sé
Minus Punkte:
- El sitio estaba un poco lejos. Factible, pero en el límite.
- No recibía ningún complemento salarial, lo que significa que acabaría cobrando mucho menos que cuando empecé con esta consultora, hace ya dos años.
- El jefe no se presentó a la entrevista
- Les pareció muy llamativo que tuviera un hijo y quisiera trabajar (imagínate si saben que tengo dos!)
- Todos los empleados trabajan del orden de 50 horas semanales
- No tienen cantina

Bueno, después de una entrevista fallida y algún malentendido, me retiro del proceso. Luego viene otra oferta para pasarme a otra sede (también menos salario, más lejos aún que la primera oferta y en el campo militar). Ya le pregunto a mi consultora que cómo tengo que entender eso, si es que no tienen ningún proyecto para mí dentro de su propia sede. Porque si miro en las ofertas normales, que también estoy mirando, sí que encuentro más cosas que se ajustan a mi perfil, y me cuesta entender que, con las limitaciones de que no sea un proyecto militar y que no esté a más de 1h de casa en transporte público, no haya nada en una de las consultoras con más clientes de Alemania. Pero no, me dijeron que estaba equivocadísima, que justo me acababan de conseguir una entrevista con la empresa de los tanques. Mi facepalm se tuvo que oir al otro lado del teléfono.

Así que ahora tengo que avanzar con la certeza de que mi compañía quiere deshacerse de mí o está formada por inútiles. No me gusta presuponer que la gente es poco capaz, así que trabajaré con la idea de que es malintencionado, que me resulta algo más cómoda. A esto se une la mala suerte en el que mi cliente de antes de la baja quería contratarme, pero no pudo ser antes de la baja, porque no les cuadraba que me fuera justo 8 meses nada más hacerme el contrato (que ya ves tú...) y ahora ya han cerrado el grifo de contrataciones y no sacan puestos nuevos. Como a ellos los conozco más, prefiero imaginármelos sorprendidos por el giro de los acontecimientos, más que malintencionados, pero todo admite otras visiones de gente menos parcial.

En éstas me hallo, echando CVs, contestando a mensajes de Xing y Linkedin, pasando el currículum a amigos... Pero cuando una está felizmente trabajando, no se atreve a echar CVs, porque se imagina que, lo que eche, sale. Y cuando echas, te puedes encontrar con situaciones como yo ahora, en las que te gustaría que salieran más cosas, para sentir que tienes la capacidad de elegir. Este estado de sitio no ayuda nada: ya lo he vivido en otros ámbitos, que la gente se vuelve ilocalizable durante semanas, por cuarentena, por tener a los niños en casa o por estar genuinamente malos. Ahora me encuentro con que la situación se prolonga hasta después de mi fecha estimada de vuelta al trabajo y me inquieta un poco pensar que igual ni puedo hacer las entrevistas que ya tenía planeadas para las próximas semanas o que todas las decisiones se pospongan hasta que todo esto se haya calmado.

Cuando pienso en todo este proceso, veo el camino que me había imaginado al entrar en la baja, tan claro y lleno de luz, y me imagino cada obstáculo o cada decepción  de las que han ido viniendo como un tronco que bloquea la senda que pensaba transitar. Ahora ya es imposible ver claro el camino. Intento no perder la esperanza. Sé que todavía estoy en ello, y aún fantaseo con la posibilidad de que al saltar un tronco descubra un camino que antes estaba escondido y que apunta en la dirección a la que quiero ir de verdad.


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