Las noticias

Suerte que tengo a Antonio en casa, que se informa de todo y sus programas favoritos son las noticias y los documentales, porque las cosas que se oyen en la calle... En la calle o en la prensa, que esto también pasa y debería preocuparnos, pero hoy voy a lo que se oye en la calle y no se contrasta.  

El otro día (=hace uno o dos meses) había una manifestación de refugiados en el centro de Múnich. Unos 100 de los refugiados que estaban en la plaza, estaban en huelga de hambre. Una compañera, quejándose por el colapso del centro, hizo una descripción de lo que, a su entender era el problema. Parece que los refugiados, que son un montón y vienen porque esto es gratis, se manifiestan porque quieren un piso de dos habitaciones. Supongo que cada uno, o para cada dos, eso no lo dijo. Luego añadió, haciendo gala de su entendimiento del problema y de los valores solidarios vigentes en Europa, que qué poca vergüenza, que ella también quería un piso de dos habitaciones, pero que ella trabajaba para pagarlo. Que si los refugiados lo conseguían, se manifestaba ella a la semana siguiente, o se quedaba sin comer un par de días, que total, bien podía perder unos kilos (hasta aquí la quasi-cita).

Pude entrever que su fuente no debía ser 100% fiable y que su descripción del problema estaba parcialmente impregnada por su opinión. En las apreciaciones personales no entro: si ella cree que tiene las mismas oportunidades que un refugiado aquí, es una percepción subjetiva que para nada comparto, pero no es el tema de hoy.

Cuando llegué a casa le pregunté a mi fuente, que ve la tele, lee el periódico y escucha la radio, todo ello en varios idiomas. Mi fuente corroboró que venían muchos refugiados a Alemania, y que algunas ciudades, como Múnich, tenían especial capacidad para acogerlos. Parece que han venido tantos que los centros de acogida están saturadísimos. Ante esta tesitura, el Gobierno ha tenido la idea de alquilar pisos enteros en los que poder alojar a los refugiados, pero el precio del alquiler en Múnich es más que prohibitivo. Lo que en un principio se perfilaba como una posible solución, se convirtió en un problema más grande, porque meter mano a los alquileres debe llevar más trabajo todavía. La consecuencia de esto es que los refugiados están cada vez más hacinados y las solicitudes de asilo se procesan cada vez más lentamente, dejando a muchos refugiados en la calle y sin solución a la vista.

Mucho más razonable que aquello de que querían todos un piso de dos habitaciones, pero también algo menos poderoso a la hora de despotricar.

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