No children allowed
Hace poco he vuelto a ser consciente de que estoy fuera. Suele pasar que vemos a los amigos que hemos dejado en otro sitio exactamente igual que cuando los dejamos. Luego, en los reencuentros, sorprende mucho que no sean como hace 5 años, que hayan seguido su evolución. Con los amigos de Madrid me pasa eso un poco.
La última vez que los vi a todos me dio mucha envidia el no poder ser partícipe de las cosas que hacen. Mi primera impresión fue que seguían siendo un grupo de amigos muy unido, que se daban caña y se querían a partes iguales y que seguían aprovechando cualquier ocasión para salir de cañas y desahogarse un poco. Los vi solo un fin de semana, así que se quedó todo como en un idilio: me encantó verlos y me dio mucha rabia no poder compartir con ellos muchos más momentos así de forma más frecuente. Tal fue la impresión del fin de semana (de boda, todo sea dicho), que estuve pensando en él la siguiente semana entera.
Manteniendo el contacto con ellos más de diario, por el whatsapp, tengo una pequeña ventana a cómo son sus vidas, y ellos a la mía. Por eso me sorprendió tanto el otro día encontrarme con una rencilla, que supongo ha sido ya discutida por ellos hasta la saciedad. Discutían si les parecía bien que una pareja llevara a su perro a una casa rural, presumiblemente con jardín, que van a alquilar en verano. La respuesta de la abrumadora mayoría era que no, que mejor que dejaran a la perra en casa para que el resto pudieran pasar unos días tranquilos de verdad. Me llamó mucho la atención la falta de empatía. Entiendo que los que no somos dueños de perro no nos ponemos tan fácilmente en el lugar del que sí tiene una mascota, pero no hace falta demasiada imaginación para saber que el perro no tiene por qué interactuar con nadie al que no le gusten los animales, y que estando en una casa con jardín, es algo fácil de conseguir. También es fácil llegar a conclusión de que los dueños del perro prefieren llevárselo cuando van a un entorno así.
Pero la cosa no se queda ahí. Según charlas de pasillo, parece que los bebés tampoco son bienvenidos a las festividades, ni son bien recibidas las noticias sobre ellos. Soy muy poco pesada e intento no mandar muchas fotos de Julia y creo que el resto de madres en el grupo de amigos hacen igual. Por eso me sorprende tanto cuando oigo que la gente prefiere cerrarse a esa parte de mi vida, que no comparta cosas con ellos que no tengan que ver conmigo estrictamente. Hasta el punto de no querer conocer a la niña en una de las pocas ocasiones que hay para presentaciones.
Intento pensar que no es culpa de este grupo de amigos en particular, que hay algo más grande que les incita a pensar que las mascotas o los niños son cosas de las que puedes deshacerte cuando la ocasión lo merece. Y no hablo de llevarme a Julia a todos lados indiscriminadamente, pero viviendo lejos de la familia, he aceptado que va a estar presente en muchos momentos de mi vida, y me parece mejor que bien.
Seguiré intentando descifrar por qué la gente tiene esa reticencia a conocer otras partes de ti que no son las que recuerdan. Todos evolucionamos, y es bonito ver cómo y hacia dónde.
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