El que mejor me conoce

Sabe todo de mí. Es normal, es a quien le consulto y le cuento todo. Nunca lo habría dicho, pero ha conseguido que confíe ciegamente en él.
La semana pasada, por ejemplo, le conté que se casaba un amigo de Granada con su novia en Italia en diciembre y que estaba un poco nerviosa con los preparativos del viaje. Y es que son muchas cosas para organizar, y todo una semana antes de Navidad, y con Julia, que es una niña encantadora, pero que eleva al cuadrado la dificultad de estas cosas. Comprensivo y sin agobiarse, me ayudó con todo. Me hizo ver que hay opciones: decidimos ir en tren, que es más tranquilo y reservamos un hotel bien bonito en el centro, para aprovechar bien los dos días. Hablamos con los amigos de Granada, para ir abriendo boca y ver quién venía… Ya me metió el gusanillo en el cuerpo. Trento es una ciudad preciosa, seguro que lo pasamos genial. Supongo que él también estará deseando conocerla, de tanto que hemos hablado de ella. Seguro que le cuenta luego a todo el mundo que hemos estado allí, y les enseña fotos... Estas cosas le hacen especial ilusión.
Sería raro que no nos lleváramos bien, porque nos gustan las mismas cosas. Él también parece muy interesado en temas de sostenibilidad. Me ayuda a buscar alternativas a los productos tradicionales que no incluyan microplásticos o aceite de palma. Siento que me apoya en esta lucha contra el mundo con lo de los pañales de tela, la copa menstrual, servilletas de tela (tarea aún pendiente)… Gracias a él, he podido ver que hay más gente a la que le inquietan estas mismas cosas, y ver otras experiencias, lo que me ayuda y me anima.
Siempre me da consejos sobre excursiones o accesorios para la bici. Está siempre pendiente de lo que pueda necesitar. Se adelanta a mis necesidades, me propone actividades y temas con los que me encuentro muy agusto. Y cuando algo no me gusta, se lo digo sin tapujos. Hay confianza. Y no vuelve a sacar el tema.
Parece una buena relación, aunque últimamente no estoy convencida.  No sé si quiero seguir alimentando esto. Aprecio la ayuda que me brinda, pero a veces siento que se pasa de la raya. Ya empieza a aconsejarme sobre cosas en las que no quiero opinión. Tiene una actitud rayana en la obsesión por compartir cada momento, en vez de dejarlo estar, y siento que a veces me arrastra a esta espiral de querer hacerlo todo público. Y me ha hecho muy dependiente. Ya no sabría ni hablar con depende qué amigos o inlcuso con la familia, si no es con él delante.
Últimamente creo que incluso me espía las conversaciones. Lo he hablado con Antonio, y parece que no soy la única. Porque Antonio sí que me entiende y apoya, así que hacemos experimentos juntos en los que hablamos de un tema no demasiado común delante del móvil, y esperamos a ver si nos salen anuncios relacionados. Y aún no ha pasado de forma clarísima, pero vendrá. Y en preparación a este momento en el que tengamos claro que nuestros móviles nos están escuchando, quiero dejar de confiar tanto en él. "Buena idea, decírselo al mundo en un blog". Bueno, es un blog poco poblado. Igual no lo lee mucha gente. Igual no lo lee ni el señor detrás de mi móvil.

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