Terapia con plantas

Hace unos meses que tengo a mis plantas desocupadillas. Por suerte, no necesitan mucho, sólo agua, y recolectar (los tomates) de vez en cuando. Pero lo bueno de esto, es que cuando tienes unas horas para dedicarles, siempre hay alguna tarea esperándote.

Mi rincón bonito con mi planta de hojas rojas en el medio
Hoy he tenido un día de ésos en los que se agradece pasar un rato sin pensar mucho. No es fácil, porque cualquier cosa, por mecánica que sea, te deja espacio para seguir pensando. No es que las plantas requieran de toda mi atención, pero después de intentarlo con muchas otras actividades, he decidido intentar despejarme con las plantas, y es lo único que me ha funcionado. He trasplantado mis flores y he podado mi planta de hojas rojas (¡verás cuando la vea el Antonio!), y he conseguido, durante ese rato, no pensar más que en eso: que si qué flores iban a salir, que cómo hay unas tan grandes ya y otras tan chiquiticas, que si corto de aquí y luego le crecen dos ramas se va a quedar muy grande...
Esto serán luego flores

Para dar cuenta de mis progresos, pongo una foto de mi planta de hojas rojas y de mis flores recién trasplantadas. Esto es el "antes". Espero, más adelante, poder dar fe de que este rato que me ha hecho desconectar de mis preocupaciones de hoy, ha valido para algo, cuando salgan mis flores o mi planta eche unas hojas que sean la envidia de los vecinos. Las fotos del "después" estarán disponibles en cosa así de un mes.

Aunque, al César, lo que es del César. He trasplantado las flores y las he sacado al balcón, porque Antonio lo limpió de palomas la semana pasada, que teníamos un nido desde el final del invierno y hemos sido en este tiempo anfitriones a disgusto de dos camadas de palomas. Es una historia agridulce, pero ya se ha acabado.
¡Ah! Y una foto de mis tomates, de regalo. Y un proverbio que me dijo mi tío el verano pasado: Si quieres ser feliz una semana, vete de viaje. Si quieres ser feliz un mes, cásate. Si quieres ser feliz toda la vida, planta un huerto.
Y aquí los tomates, que no dan más que alegrías

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