Sin etiquetas
He leído un artículo de éstos de maternidad que hablaba de las etiquetas. Al leerlo he pensado que estaba muy de acuerdo con lo que decía, y que ya venía yo haciendo casi todo lo que la escritora comentaba, aunque me frustro cuando veo mis esfuerzos dinamitados por gente que no comparte mis preocupaciones.
En el post habla de la importancia de no condicionar a nuestros hijos a hacer las cosas que la sociedad considera "de chicos" o "de chicas" solo por el género. Reconozco que yo era de las que esperaba con ganas el momento de saber si iba a tener una niña o un niño, pero quiero pensar que era más que nada por elegir el nombre. No me imaginaba cómo iba a ser tener un hijo, así, en general, así que no podía atribuirle cualidades femeninas ni masculinas a esa cosita que se iba formando dentro de mí.
Desde que nació, me veo obligada a cuestionar muchas más cosas de las que creía, cosas que están arraigadas en algunos sectores de la sociedad y que a veces cuesta justificar. El primer conflicto fue con la ropa. Recibimos mucha ropa prestada, alguna regalada y yo le compré algo también, aunque poco, pues ya teníamos casi todo cubierto. Al devolver la ropa prestada y quedarme con la que nos pertenecía, que era en su mayor parte regalos, me di cuenta de que en un 90% era rosa. Quise dejarle ropita de bebé a una amiga que había tenido un hijo y, claro, no quiso nada. Digo claro, y no es tan claro, porque si lo que quiero defender es que no debería haber ropa de niño o niña, lo claro es que un niño puede llevar rosa, pero nadie tiene TODA su ropa de un único color. Desde entonces intento que la ropa que yo compro sirva para neutralizar esta tendencia dominante del rosa en los regalos recibidos, aunque por ahora no lo consigo del todo. El caso es que son bebés, debería primar que vayan cómodos y que se les pueda cambiar la ropa fácilmente, nada más. No entiendo esta obsesión por reafirmar el género en un ser en el que todavía eso no importa ni hace diferencia alguna más que al cambiarles el pañal.
La segunda gran cuestión que me planteé fueron los pendientes. No sé cómo es en España, pero la gente me preguntaba si aquí hacían los agujeros de las orejas ya en el hospital. Por Dios, espero que no. El caso es que no los hacen, y, aunque los hubieran hecho, yo no tenía claro que quisiera hacérselos, así que siempre decía que quería que nos lo pensáramos un poco, que igual cuando fuera algo más mayor, pero que de recién nacida no se los íbamos a hacer. La reacción a esto siempre es de sorpresa, porque si te han preguntado, obviamente son de la opinión de que todas las niñas deberían ir señalizadas con unos estéticos agujeros en las orejas en los que puedas insertar unos diamanticos buenos. Yo lo seguí pensando y no, decidí que no veía jsutificación alguna para perforarle las orejas a mi hija en una edad tan temprana. Si quiere hacerse los agujeros para los pendientes cuando tenga uso de razón y sea ella la que lo pide, no tendré ningún inconveniente, seré todo apoyo. Pero hacerle un par de agujeros por convención social y sólo para dejar constancia de que es una chica, pues no.
Aunque si me pongo en el lugar de los pro-rosa y pro-pendientes, tendría que ceder en algo, que ahora mismo llevo un ser con una ropa totalmente confusa y las orejas intactas, ¿cómo va a saber nadie de su feminidad intrínseca?
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